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El profesor José Maza, reconocido astrofísico chileno y premio nacional de ciencias exactas, señaló hace un par de días lo siguiente: "En la medida en que los científicos estén alejados de la sociedad, los charlatanes empiezan a apoderarse de la escena y empiezan a aparecer más horóscopos, más tarot y más no sé qué. Todas las pseudociencias y todas estas cuestiones paranormales". Hace unos meses nos regaló otra perla: "¡El horóscopo es otra estupidez como la Tierra plana! Imagínate, yo soy Capricornio y bueno, ¡hay un millón y medio de Capricornios! Yo soy lo que soy porque mi madre y mi padre tenían toda una estructura y en mi casa me criaron de cierta manera, no porque yo haya nacido en enero". Y un poco antes afirmó, no sin ácido sarcasmo que: "Los astrólogos se pusieron chupamedias y le chuparon las medias al rey. Otros más tontos, en los cuales estaría yo incluido, se dedicaron a medir como iba el sol". Con todo respeto, querido profesor Maza, permítame discrepar planteándole lo mismo que usted le lanzó encima a un joven tarugo en pleno programa de televisión: "Hay dos posibilidades. O uno cree o uno estudia. Y tú crees". Si usted estudiara antes de opinar, mi querido profesor, descubriría que la astrología no tiene nada que ver con esa ridícula simplificación que ha visto en las revistas femeninas de papel couché. Usted no ha estudiado astrología, pero cree saber lo que es. Sin embargo se equivoca mi estimado. La astronomía y la astrología son dos caras de la misma moneda, y nadie dudaba de esto sino hasta bien entrado el siglo XVII. Johannes Kepler, que descubrió las leyes del movimiento planetario inspirado en la armonía del misticismo pitagórico, o su maestro, el exacto y riguroso Tycho Brahe, fueron astrólogos de renombre que trabajaron calculando la travesía de los astros para predecir eventos a partir de la sincronía entre cielo y tierra. Usted los respeta a ambos, porque sus estudios fueron fundamentos indispensables de la astronomía contemporánea. Los astrólogos operamos bajo un paradigma distinto al de la ciencia materialista, pero entendemos su confusión respecto a los horóscopos. Usted tiene en mente a los saltimbanquis, embusteros y sacamuelas que aparecen frecuentemente en todas las fuentes de prensa escrita, radio y televisión. Sabemos que hay muchísimos advenedizos representándonos a través de una parodia de mal gusto en los medios de comunicación. Le pedimos disculpas profesor, esa gente que simula nuestro oficio sabe de él aún menos que usted. Nosotros le pedimos que estudie en vez de tan sólo creer que ya sabe. Quizás, si mantiene la curiosidad abierta de un principiante, se lleve una grata sorpresa. No divague sobre esos impostores que usted supone que nos representan. No, no lo hacen, porque la astrología no es un show sensacionalista de signos solares y cartas del tarot. La astrología es un proceso lento, cuidadoso y delicado, que sigue reglas de una racionalidad muy precisa, pero aplicadas sobre una base filosófica en vez de empirista. Nuestro arte sagrado es fruto del hermoso matrimonio entre matemática y metafísica. De ese amor nupcial ha brotado la astrología. Por eso le pido paciencia don José. Yo estudié astronomía durante años, me pasé miles de horas bajo el telescopio newtoniano, y tuve la certeza de que Dios existe al escudriñar la majestuosidad del cosmos a través de un ocular Plössl. Tenga un poco más de sencillez y haga usted lo mismo con nuestra amada, honorable y augusta astrología. Un gran abrazo profesor. @MIUI| https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=10219509057535163&id=1175753708

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