LA TRANSFORMACIÓN DE LA VIDA
El Universo no es únicamente aquello que nos muestran los sentidos. No únicamente la
escena exterior. En realidad, jamás es únicamente la escena exterior, sino que siempre
constituye la combinación de uno mismo con ella. No es la mera percepción de los sentidos,
de este duro mundo de la tierra, de aquel distante punto de luz en el espacio, sino la
percepción de ideas, la captación de verdades, el darse cuenta de significados, el ver las cosas
más familiares bajo una nueva luz, el intuir su esencia, el experimentar sufrimiento y regocijo.
Se nos da como pan del cielo y como hecho terrenal. En su escala más grande yace más allá
del dominio de los sentidos y se le puede discernir tan sólo interiormente, por medio de la
comprensión. Puede, de pronto, abrirse en el corazón o en la mente un reino de experiencia
que no corresponde al mundo exterior, pero que puede interpretarlo. Entonces nos baña la luz
de la comprensión. Luz sin violencia, experiencia pura, luminosidad sin sombra en la que se
desvanece la dureza del propio ser. Y vemos con la autoridad que nos da el significado.
Palpamos, pero sin aquel sentido de separación que el contacto físico nos da inevitablemente.
Sentirnos en profundidad sin hablar con nosotros mismos, libres del espejo de la personalidad
superficial. Cada experiencia de esa luz nos crea profundamente. Es luz creadora que
transforma el significado de todas las cosas y que el hombre ha buscado desde el comienzo
del tiempo. Luz que a nadie puede hacer violencia. Significado que nos muestra lo que
siempre hemos sabido, pero que jamás hemos tenido la fuerza de recordarlo. No sólo nos
sentimos creados por cada experiencia de esa luz, sino que decimos que ella es lo que hemos
buscado siempre: este significado, esta realidad, esta dicha mal interpretada al buscarla en mil
direcciones físicas e inútiles. Esto es lo que todos deseamos y que la luz externa del mundo
pretende ofrecemos, pero que jamás da. La unión que se percibe es, en verdad, unión, la idea
oculta tras nuestras extrañas vidas de búsqueda, de nuestras vidas incompletas.
¿Cómo se obtiene esta luz? ¿Cómo lograr esa unión con el significado? ¿A través de qué
brilla? ¿Dónde hemos de hundir el bisturí para abrirle paso? Siempre se ha hablado de ella.
Para hallarla, el hombre ha de diseccionarse, lejos de sí mismo. Tal es, en resumen, la
substancia de cuanta enseñanza trata acerca de ella. Y el hombre no podrá hacerlo, a menos
que comience a verse directamente, como un nuevo acontecimiento, como el suceso diario de
sí mismo; sin analizarse, sin criticarse, ni como motivo de palabrería. Esta calidad de
conciencia que conduce a la región por la que se recibe el significado, no es la conciencia que
de ordinario tenemos. Muchas son las cosas que nos entorpecen el camino. Primero, la fuerza. - U -
