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La verdad absoluta no existe en el mundo de los sentidos, o sea, del hombre exterior, pues esta se diversifica, tal como se diversifican los sentidos en el hombre, quien solo es capaz de percibir con estos, las múltiples apariencias de lo único; sin embargo la verdad absoluta es todo lo que existe para el hombre espiritual e interior, este es el que ha podido desarrollar el órgano espiritual que le permite aprehender la luz pura que proviene del centro, primer motor inmóvil de la creación. Es a través de este órgano superior o "sensorium" (como lo llamó Karl Von Eckartshausen), que se puede percibir el mundo trascendente e inteligible con la misma naturalidad y objetividad con la que se perciben los objetos exteriores y diversos.

Sin este sensorium interior, el ser humano difícilmente pueda alcanzar lo sublime, que lo eleva en la visión de lo sobrenatural, o sea mas allá de las formas que entrega un mundo entenebrecido por la corteza opaca de todas las cosas creadas. 

Debemos intentar desarrollar en nosotros el sensorium interno que no es otra cosa que el organo capaz de contener a lo inefable, así, los principios metafísicos empiezan a operar sobre los principios terrestres y el hombre comienza a vivir, ya no en el orgullo y el amor propio, sino en la verdad y el espíritu de quienes él es el templo.

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